viernes, 8 de junio de 2012

BREVE HISTORIA DE LA IMAGEN DE NTRA SRA FUENSANTA

CAPITULO 1.- LA FUENTE SANTA

La piedad cristiana quiso ocultar a la imagen de María Santísima (que después tomó el nombre de Fuensanta) de las profanaciones de los moros y algunos devotos, la escondieron en aquellos solitarios e intransitables lugares y la dejaron en medio de una mata de lentisco, al pie del tronco de uno que era el más grande donde permaneció no sabemos cuantos años. Allá por el año 1384 un hombre de Badolatosa, con la enfermedad en el cuerpo, la tristeza en el alma, se dirigía hacia la Roda de Andalucía en busca de médicos que lo sanaran pues los médicos de Badolatosa no acertaban con el origen de su mal, esto lo obligó a ponerse en camino buscando el remedio antes de que las calenturas lo arrastraran al sepulcro. Para ir a la Roda tenía que atravesar montes y matorrales sin más camino que el de las cabras y el de los lobos. Iba muy triste pues renegaba de los médicos por más que iba en busca de ellos, detestaba sus medicinas, ponía su confianza en Dios y en María Santísima. Por matas caminaba con tristes pensamientos. Junto a una roca hendida y coronada de lentiscos se encontraba una hermosa doncella lujosamente vestida y con rosas en la cabeza, era bella como la Luna y escogida como el Sol, la mirada de sus ojos atraía, la gracia de su cara hechizaba y de sus labios preguntó al peregrino: ¿a dónde vas?, ¿qué buscas?,¿qué necesitas? contestando el pobre moribundo, voy a la Roda en busca de salud, pues mira, le dijo la celestina Señora, si necesitas y quieres tu salud, báñate en el agua que sale de este peñasco y quedarás sano. Era aquella una piscina preparada por la madre de Dios para dar salud al enfermo y devolverle la alegría, el paciente obedeció, bebió el agua milagrosa, se lavó con ella y quedó libre de dolores y fiebres, desde aquí regresó a Badolatosa contentísimo, hecho pregonero de las misericordias del cielo y de la caridad de aquella dívina mujer, el enfermo creía que había sido algún ángel del Señor, le preguntaban quien lo había sanado y él contestaba, una hermosa mujer celestial me dió la vida.

En la actualidad, la fuente santa se puede visitar cerca de la ermita de la Fuensanta en Corcoya.

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